El desprecio de los grandes

DETRÁS DEL HORIZONTE / Por: Dr. Darío Yrizarry

DETRÁS DEL HORIZONTE | Por: Dr. Darío Yrizarry | Mientras la migración haitiana avanza hacia territorio norteamericano, al gobierno colombiano le resulta altamente preocupante el arribo masivo de miles de estos ciudadanos obligados a abandonar su país sumergido en una profunda crisis político-social de larga data. 

Las bandas criminales armadas implantan el terror y mantienen el control de sus calles acrecentando la inseguridad ciudadana, por cuya causa un significativo número de haitianos abandonan un país inviable y necrosado.

Las Ongs apostadas de este lado apoyada por  conocidas figuras mediáticas puestas a su servicio,  hacen esfuerzos  brutales y descabellados contra toda posibilidad de absorción social, aun conociendo las diferencias marcadas de dos culturas imposibles de hacer simbiosis.

La fórmula química que la ciencia ha demostrado y explica la imposibilidad de mezclar el agua con el aceite es exactamente aplicable en términos sociológico para Haití y República Dominicana, de modo que por más esfuerzos que se hagan detrás de grandes escritorios a favor del sueño visto como una sola Isla, por el momento no pasara el umbral en ausencia de sustento social, impedido por grupos nacionalistas radicales que lo definen como un acto de traición a la patria.

El atraso social y la degradación e irrespeto a la vida imperante en esos grupos desechados por  las grandes potencias, no los hace de ninguna manera viables para que en algún momento la Republica Dominicana considere una  acción humanitaria más allá de una fusión tomando en consideración que, si bien los dominicanos necesitamos una reconstrucción social y fortaleza de sus instituciones, no es menos cierto que la reconstrucción de Haití se encuentra a años luz de las posibilidades.

La historia hablara y se encargara de juzgan y condenar la conducta  de los dominicanos que actúan abiertamente en complicidad con estos grupos que abrazan la idea fusionista, negando su nacionalidad y agrediendo nuestra soberanía a cambio de transferencias bancarias en dólares por adquisición de poder mediático. Aquellos dominicanos que colaboran con estos grupos debemos recordarles que en un momento de la vida política, estos pueden ser acusados, juzgados y penalizados por Delito de alta traición a la patria sustentado en el argumento de atentar contra la independencia que le garantiza la Constitución al Estado.

Es difícil para los dominicanos olvidar  aquellas despectivas palabras pronunciadas por el Presidente Trump en ocasión de referirse a nuestras gentes como países de mierda, calificativo que revela la realidad del desprecio de un pueblo laborioso que ha sido capaz de mantener un sistema democrático que cada día se fortalece, a pesar de todas sus defectos y debilidades, acentuando las grandes diferencias que nos separan de Haití y otros países del área.

Nuestros vecinos migran buscando seguridad,  trabajo, paz social y calidad de vida, aquellas condiciones inherentes al ser humano que no existen en su país, motivos justificados por lo que lo dejan atrás.

De acuerdo a declaraciones de medios informativos colombianos, la preocupación de su gobierno por la presencia de una fuerte migración de nacionales haitianos ha sido calificada de calamitosa.

Necocli, un municipio costero Colombiano  de menos de 22  mil habitantes ha sido prácticamente asaltado por más de 10 mil haitianos migrantes que han llegado con el solo propósito de zarpar en un bote rumbo al Tapón del Darién, la selva  que divide colombiana de Panamá, cuya ruta los llevara, si la suerte los acompaña, al sueño americano.

La presencia de estos ha activado la alarma en esa comunidad debido a que se prevé un colapso de sus servicios básicos como agua, recogida de basura, realidades que han rebosado su capacidad hotelera y sanitaria. Preocupa también la falta de higiene y protocolo contra el Covid-19 en ausencia  del uso de tapabocas de estos migrantes, los que no han recibido en su país de origen la primera dosis de vacuna.

Por su parte, mientras Estados Unidos, acompañada de las Ongs, que apadrina la unificación de la Isla compartida por dos culturas a años luz de distancia, advierte a los migrantes haitianos que han emprendido la ruta del Darien con destino a ese país “que no traten de entrar porque no podrán ser acogidos como refugiados, en una muestra más del desprecio por sus gentes. Los cubanos no han escapado a esa advertencia.

El drama humano (nada nuevo) que viven nuestros vecinos más cercanos amerita la intervención de la comunidad internacional, ausente en estos momentos. Por su parte el gobierno dominicano, imberbe por neonato, no obstante a tener una posición solidaria está obligado a satisfacer a los dominicanos en relación a nuestra Constitución, visitar  foros internacionales y llevar el tema a discusión a cargo de nuestra diplomacia, sin tapujos ni presiones foráneas, transparentando la delicada situación de una relacione bilateral disfuncional.

El desprecio por  los “países de mierda”, aquellos que cohabitan en el traspatio de los Estados Unidos y sustentan su demanda laboral, es una gran confirmación de un ejercicio político de doble moral.

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