Hong Kong es un foco de tensión en la nueva guerra fría

Hong Kong amenazado por Donald Trump.

HONG KONG .- Hong Kong ha desempeñado un papel central en las dos grandes historias de nuestra era: el ascenso de China y la globalización de la economía mundial. Hace más de 30 años, el surgimiento de China como el taller del mundo comenzó justo al otro lado de la frontera de Hong Kong, impulsado por el dinero, por los conocimientos y por las conexiones internacionales del territorio. Actualmente, Hong Kong continúa sirviendo como una crucial entrada entre China y el Occidente.

Pero el mundo ahora está ingresando en una era de posglobalización caracterizada por los disturbios populistas y por las crecientes tensiones entre EEUU y China. Y, una vez más, Hong Kong representa una parte fundamental de la historia.

Durante casi dos meses, el territorio habitado por 7.4 millones de personas se ha visto afectado por una ola de manifestaciones. Esto comenzó como una protesta contra una propuesta para permitir que los sospechosos fueran extraditados a China continental. Pero ahora se ha convertido en un reclamo más amplio en contra de la violencia policial y en demandas de unas elecciones completamente democráticas.

Esas protestas continúan, y se están tornando más violentas y más revoltosas. El domingo por la noche, yo tuve que usar una máscara antigás en el área alrededor de la oficina del Financial Times en el centro de Hong Kong porque las calles estaban llenas de gases lacrimógenos. En el camino, pasé por incendios en las calles, barricadas improvisadas, encuentros entre la policía antidisturbios y los manifestantes y montones de escombros reunidos por los manifestantes para usarlos como misiles.

No es difícil detectar la conexión entre el desorden en Hong Kong y el enfrentamiento más amplio entre Washington y Beijing. Al ver otra protesta caótica y ocasionalmente violenta el día anterior, me llamó la atención que varios manifestantes llevaban la bandera estadounidense, algo que China ciertamente aprovechará para apoyar su afirmación de que la “mano negra” de EEUU está manipulando las protestas.

Hablando con un grupo de manifestantes reunidos bajo ‘las franjas y estrellas’ de la bandera estadounidense, los hallé deseosos de ver al Congreso de EEUU proseguir con una propuesta de Ley de Derechos Humanos y Democracia de Hong Kong, la cual amenaza con quitarle a Hong Kong los privilegios comerciales con EEUU que afectan los aranceles y la transferencia de tecnología, de los cuales no disfruta China continental. Esto sucedería si la autonomía del territorio se ve amenazada por Beijing.

Los manifestantes, una mezcla de oficinistas y estudiantes, le hicieron una petición al presidente estadounidense, Donald Trump, a quien muchos en el movimiento democrático de Hong Kong admiran por su disposición a imponerle sanciones a China. La veleidad y la admiración del Sr. Trump por el autoritarismo deberían hacer que los manifestantes de Hong Kong sintieran cierto recelo. Pero el sentimiento anti-China en Washington actualmente es bipartidista, e influyentes figuras en el Congreso, entre ellas Nancy Pelosi, la presidenta demócrata de la Cámara de Representantes, y el senador republicano Marco Rubio, han acogido la causa de Hong Kong.

Incluso sin las sanciones estadounidenses, una opresiva intervención china — por ejemplo, el despliegue del Ejército Popular de Liberación (EPL) en las calles de Hong Kong — ocasionaría una espontánea pérdida de confianza, lo cual provocaría que las empresas internacionales se retiraran del territorio.

Algunos argumentan que Beijing ya no necesita a Hong Kong para actuar como entrada hacia el Occidente. Pero aunque China en la actualidad es irreconociblemente más rica que hace 30 años, existen ciertas funciones cruciales que el territorio aún desempeña para el continente. Las compañías chinas que desean cotizar sus acciones en los mercados internacionales necesitan a Hong Kong, cuya bolsa de valores ocupa el quinto lugar como la más grande a nivel mundial. El territorio también actúa como un centro crucial para servicios legales y para seguros. Un sinnúmero de familias chinas ricas tienen inversiones y cuentas bancarias en Hong Kong, y se mostrarán reacias a perjudicar sus participaciones financieras.

Sabiendo todo eso, los manifestantes de Hong Kong tienen la esperanza de que la amenaza de sanciones estadounidenses obligue a China a hacer concesiones ante sus demandas. Algunos incluso parecen deseosos de ver que EEUU retire los privilegios especiales de Hong Kong, a pesar del daño económico que causaría la medida. Los manifestantes citan un proverbio — “Mejor morir ahora, para renacer más tarde” — con el fin de justificar su llamado a la presión internacional.

Ese tipo de sentimiento radical debería alarmar a Beijing, como también debiera hacerlo un coro escuchado en las calles, “Defiende a Hong Kong, tiempo de revolución”. El eslogan fue inventado por Edward Leung, un activista vinculado al movimiento de independencia de Hong Kong que se encuentra cumpliendo una sentencia de cárcel.

Es probable que la necesidad de mantener el control político en Hong Kong sea primordial para Beijing. Así es que, si el gobierno chino pensara que funcionaría, no dudaría en desplegar tropas. Pero los peligros de enviar al EPL se entienden en Beijing. Incluso el periódico nacionalista “Global Times” recientemente publicó un artículo de opinión en contra de la intervención del EPL con el argumento de que se toparía con una resistencia local, dificultando la consolidación del control.

Por el momento, entonces, parece más probable que China intente esperar a que las manifestaciones amainen, con la esperanza de que pierdan impulso conforme el verano se convierta en otoño y los estudiantes regresen a la escuela y a la universidad. Pero el movimiento de protesta parece estar escalando en lugar de estar desvaneciéndose.

Durante los años de auge de la globalización, siempre se dijo que Hong Kong era el epítome de una ciudad comercial cuyos ciudadanos se preocupaban poco por la política, siempre y cuando pudieran comprar, vender y hacer compras. Pero, a nivel mundial, el período en el que las preocupaciones económicas siempre parecieron anteponerse a la política ha terminado. Una vez más, Hong Kong se encuentra a la vanguardia de una nueva era.

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