Medvedev y el exorcismo que lo libró de los “demonios” del tenis

Daniil Medvedev, de Rusia, se limpia el sudor de la cara en el partido contra Rafael Nadal, de España, durante la final de individuales masculinos del Campeonato de tenis abierto de Estados Unidos el domingo 8 de septiembre de 2019 en Nueva York. (AP/CHARLES KRUPA)

NUEVA YORK .- Daniil Medvedev mira atrás y suelta una carcajada, recuerda a quienes le dijeron de adolescente que su temperamento truncaría su carrera como tenista, pero está consciente que los “demonios” que lo poseen en la cancha representan un problema.

Hoy es subcampeón del US Open, tras caer este domingo en incansable batalla ante el español Rafael Nadal, pero su futuro parece brillante.

Llegó a la final con 23 años, el jugador más joven en alcanzar esta instancia desde que lo hizo Novak Djokovic con esa misma edad en 2010, cuando perdió también ante el mallorquín.

Quinto en el ranking mundial, tuvo una exitosa temporada en cancha dura con 20-2 antes de jugar el US Open, convirtiéndose en el tercer jugador en llegar al partido por el título en los abiertos de Washington, Canadá y Cincinnati, además del Grand Slam, desde que lo hicieron Ivan Lendl en 1982 y Andre Agassi en 1995.

Ambos, como Medvedev, perdieron la final del último Grand Slam del año, con la que Nadal sumó su 19º título de Grand Slam.

Su camino al campeonato del domingo en Nueva York ha sido una travesía engorrosa, al principio estimulada por el propio jugador, que ahora busca pasar la página y mejorar su imagen de villano loco.

“No estoy orgulloso de lo que hice, estoy trabajando para no hacerlo más”, expresó el jugador, que según su entrenador Gilles Cervara, es un genio incomprendido. “No voy a decir que soy una persona amable o buena, solo puedo decir que soy calmado en vida, no tengo idea de los demonios que me poseen cuando juego tenis”.

Abucheado por los espectadores después de hacer un gesto obsceno en la tercera ronda, Medvedev los provocaba diciéndoles que su rechazo era su combustible para ganar. Luego se disculpó, dijo que su actitud era la de un “idiota” y ha tratado de limpiar su imagen ante el público en Flushing Meadows.

Usó las palabras “eléctrica” para describir la atmósfera en la cancha y “polémica” para definir su relación con el público, que poco a poco fue mejorando desde la semifinal ante Grigor Dimitrov.

En la final del domingo, el público estuvo con Nadal, con quien tiene una larga relación sin polémicas, pero Medvedev al menos ya no recibió abucheos.

Perder los estribos

Medvedev nació en Moscú en 1996 y no tiene relación familiar con el ex 4 del mundo Andrei Medvedev.

“Oso”, como le dice su familia, comenzó a jugar al tenis a los seis años. Ha dicho que si no fuera tenista hubiera practicado cualquier otro deporte. Es aficionado al Bayern de Múnich y admira a los futbolistas David Alaba y Robert Lewandowski.

Residenciado en Monte Carlo, su superficie favorita es la hierba, aunque fue en cancha dura donde tuvo su primer impulso, cuando quedó subcampeón del abierto de Chennai en India en 2017.

Y su temperamento explosivo siempre estuvo presente, algo que entrenadores y allegados le decían truncaría su carrera.

“Cuando tenía 16, 14 años, podía ponerme a pelear (con el público) durante un partido porque aplaudieron una doble falta o algo así. Les gritaba, ellos me gritaban”, recordó por estos días este jugador que disfruta jugar PlayStation y estudió en el liceo de Física y Matemáticas. “Mucha gente decía ‘este tipo está completamente loco y nunca va a ser un buen tenista’, que es lo que tal vez ha pasado a algunos jugadores”.

“Me alegro de haberles demostrado que estaban equivocados”, lanzó.

Medvedev asegura que ha “perdido muchos partidos por volverme loco”. “No sabía si había perdido porque realmente lo perdí, o porque perdí los estribos y me desconcentré. Nunca se puede estar seguro”.

“Me sentaba después de esos partidos y me decía ‘no quiero perderlos porque me volví loco o porque perdí concentración por los fanáticos, referís o algo que pasó durante el partido, quiero perderlos porque fui peor tenista que mi rival en la pista’”.

“Si logro manejar eso, me irá genial”.

Fuente.

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