¿Qué hacer con Haití?

DETRÁS DEL HORIZONTE / Por: Dr. Darío Yrizarry

DETRÁS DEL HORIZONTE |  Por Dr. Darío Yrizarry | Desde los gobiernos de Balaguer y aterrizando a nuestros tiempos, los esfuerzos que hemos hecho con el solo propósito de llevar una relación dual con nuestros vecinos han sido ingentes, reiteradamente dando más de lo que nuestra nación ha podido dar, sin resultados positivos a nuestra solidaridad, por demás cobardemente ignoradas por la comunidad internacional. 

Las Ongs de origen  extranjeros al servicio de grupos de dominicanos traidores a la patria inyectan capitales usados a favor de los que reiteradamente han promovido la unificación de la Isla, aquellos que subyacen adrede lo disímil la cohabitación de dos culturas en una misma Isla. 

Hoy como siempre nos encontramos frente a un país inviable manejado por políticos corruptos, narcotraficantes, saqueadores de sus recursos que han mantenido en crisis a una población indisciplinada acostumbrada a su inviabilidad, a la depredación e irrespeto del medio ambiente y recursos naturales que lo circunda, aplicando por décadas el sistema de “pesca de arrastre social”, convirtiéndola en lo que hoy los coloca  de cara al mundo: un conglomerado marginado y despreciado por los países desarrollados. 

El trasiego de ilegales sigue su curso ante la mirada indiferente y cómplice de las autoridades dominicanas a pesar de la peligrosidad que representa la ausencia de vacuna contra el Covid en la totalidad de nuestros vecinos, agravada por un aumento considerado de haitianos que han cruzado nuestra frontera después de la toma de posesión del Presidente Abinader, aprovechando la empatía que este ha mostrado con ellos aduciendo que él y su descendencia son también Inmigrantes.

El empresariado dominicano sigue dominando el mercado binacional a su sola regulación; y esto ocurre con la tolerancia de gobierno tras gobierno quienes (incluso el actual), comportamientos oportunistas que montan la cresta de la ola del fervor político del momento cumbre de cualquier partido, sin que hasta estos días no se haya visto señal alguna de un cambie real en esa conducta.  Las reglas del juego en el terreno no las está poniendo el estado dominicano.  

La advertencia que hace Unicef sobre el aumento de casos de Covid en Haití  debe ser motivo de preocupación y activa la alarma de nuestras autoridades. Entendemos que nuestros hermanos y vecinos necesitan de la mano amiga de nuestro gobierno. Sin embargo la prudencia en toma de decisiones del gobierno se hace necesaria en esta doble crisis (política y sanitaria)  considerando la reiteración que hace Unicef de la grave situación.

De acuerdo a ellos, Haití es el “único país en América que no ha recibido una sola dosis de vacuna contra el covid, advirtiendo la peligrosidad de la situación para la Republica Dominicana. Según su portavoz, esta situación es totalmente inaceptable y peligrosa.

La advertencia es preocupante para nosotros tomando en consideración los cientos de miles de haitianos que se pasean libremente por nuestras calles, al mismo tiempo que se aglomeran en las construcciones hoteleras para cubrir mano de obra barata sin que se les exija, tal y como a los dominicanos, entrar a su centro de trabajo con una certificación de Vacuna contra el Covid-19. ¿Quién nos podrá defender? 

Los empresarios insisten en hacer comercio con Haití a pesar de la inviabilidad de esa jungla. Nos dicen que el comercio bilateral “no puede detenerse” y que más temprano que tarde debemos abrir fronteras, pero no nos hablan de regulación y fiscalización del Estado dominicano a sus operaciones, aquellas resultantes de los beneficios del trasiego ilegal de millones de pesos en mercadería a su sola discreción.

Este usual pero anormal comportamiento  nos habla de entramado entre los empresarios y las autoridades a cargo de aplicar la ley impositiva, lo que redunda en perjuicio del Estado dominicano entendiendo que en ausencia de reglas y fiscalización, permiten que los beneficios del intercambio binacional queden en manos de los empresarios. El empresariado, el «opus deis» de la política dominicana,  manejan el comercio informal sin competencias, dejando caer beneficios colaterales a “funcionarios gubernamentales y militares fronterizos” en una aleación tripartita altamente tóxica y lesiva a la economía formal. 

Los dominicanos hemos sido receptores de  noticias esperanzadoras sobre el Turismo el rumbo del turismo como columna vertebral del desarrollo económico nacional. Pero (siempre un pero)  a la vez que ciertamente la hotelería desarrollada en el Este del país, especialmente en Punta Cana, fue declarada libre de Covid-19, esta noticia pone en tela de juicio estas afirmaciones si analizamos fríamente  un caso evidente; y es el siguiente.

Si Haití no ha vacunado a sus ciudadanos, aquellos que han sido el soporte del sector construcción en Punta Cana Bávaro (perversamente obligados por sus perentorias necesidades de subsistencia en perjuicio de la mano de obra dominicana), ¿han sido vacunados los obreros haitianos por las grandes constructoras dominantes del mercado en Punta Cana? La dejo en el aire.

Un hecho cierto agrava las relaciones entre dos países que comparten una Isla.

El asesinato del Presidente Jovenel Moise perpetrado el pasado siete de Julio por oscuras células que controlan el poder detrás del trono en ese “anacronismo social” es una acción convincente y amarga lección  a nuestras autoridades de que la imposibilidad negociadora se transparenta.

Es un hecho con ribete histórico que revela la urgencia al conservacionismo de las libertades democráticas, amparadas en un verdadero manifiesto o acuerdo de comercio bilateral donde las reglas del juego pasen a manos del Estado dominicano quien es el que produce y vende, a fin de re distribuir las jugosas ganancias que al día de hoy solo beneficia a un empresariado voraz y perverso, negándole al pueblo toda participación de dichos recursos, los que bien pudieran impulsar un verdadero desarrollo fronterizo. 

Las grandes potencias como Estados Unidos, Canadá y Francia se colocan frente a sus pantallas opinando sobre la crisis humanitaria de Haití, pero ninguna de ellas ha tomado (hasta hoy) las iniciativas a decisiones en tal sentido, convirtiéndose para los dominicanos aún más peligrosos por la poblada que pudiera crear la falta de alimentos en ellos.

Estas naciones apuestan  como única solución a la crisis haitiana, la unificación de la Isla y absorción de Republica Dominicana de los problemas ancestrales de un conglomerado que todavía en pleno siglo XXI vive en la década de los años sesenta.  

La historia se ha de escribir con hechos del presente; y la disponibilidad de las herramientas constitucionales y jurídicas nuestras deben hacerse  valer por el Gobierno de turno a fin de corregir políticas erróneas repetidas décadas tras décadas,  gobiernos tras gobiernos.

¿Qué hacer con Haití para que el pueblo dominicano perciba un verdadero cambio?

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