REFLEXIONES EN EL CAMBIO #29 Luis Abinader: El peso del mando

Por José Francisco Peña Guaba | Inicio este artículo con una frase del doctor Peña Gómez: “Siempre resultará más fácil criticar que actuar, porque desde la oposición se realizan los gobiernos perfectos”. Con esta cita el líder histórico, planteada con toda lucidez y conciencia,evidenciaba el papel ordinariamente irresponsable de la oposición, que a fuerza de criticarlo todo, no es capaz de reconocer las buenas acciones que realizan los gobiernos.

Dice el pueblo que “una cosa es con guitarra y otra es con violín”. Por tanto, los políticos deben ser prudentes en sus juicios y valoraciones, porque si se está en la oposición, cómo es natural por desgaste de los de arriba, los de abajo pueden llegar al gobierno… y es precisamente ahí que se darán cuenta de que las cosas se ven y son muy diferentesa lo que se creía cuando se estaba en la acera del frente, más aún si el que está viendo la realidad palmaria de los números fríos es quien, por voluntad del soberano,debe dirigir los destinos nacionales por 4 años. Porque, cuando ese predestinado le toca sentarse “en la poltrona” de la mansión de Gazcue, entonces sentirá “el peso del mando”. Esta frase, muy escuchada en los entornos militares, tiene que ver con las decisiones que deben tomar los altos comandantes, determinantes para el éxito o el fracaso de las operaciones planeadas.

Es sobre los hombros del hoy Presidente Luis Abinader que en su condición de Comandante en Jefe recae “el peso del mando”. Él tiene la responsabilidad de la dirección del gobierno, la obligatoriedad de ejecutar, seguir y lograr los objetivos planteados por su estrategia gubernamental, a corto, mediano y largo plazo. El presidente debe contar con la sabiduría necesaria para discernir los momentos donde debe movilizar sus tropas (los funcionarios), aceptar las derrotas (cuando las cosas no salen bien) y cambiar de objetivos para conquistar la misión, porque todo líder exitoso es aquel que percibe los imperativos del mando y sabe cómo servirlos.

Solo los años y la experiencia hacen que un mandatario entienda verdaderamente “el peso del mando”, al tener que llevar su pesada carga con amor y entrega para que, los resabios del ejercicio gubernamental no lo desvíen de su entrega total y desinteresada a las causas del pueblo y la constitución que juró proteger. 

En el libro “La estrategia bélica como paradigma del triunfo empresarial”, Antonio Rubio Merino establece qué hay 5 imperativos básicos para aquel a quien le corresponda tener “El peso del mando”, y quien esto escribe adapta estos criterios a la realidad de lo que entendemos le toca hacer a nuestro Presidente.

El primer imperativo es “legitimidad”. El mando tiene que ser reconocido como tal por los subordinados. El comandante en jefe ha de ser bueno escogiendo a sus colaboradores, formándolos en su estilo y sabiendo cuando cambiarlos o prescindir de ellos. 

El segundo es el imperativo “de prescripción” o “prescriptivo”. El comandante debe saber cómo hablarles directamente a sus hombres y mujeres bajo su mando, para elevar sus espíritus en tiempos de adversidad, inspirarles durante las crisis y reconocerles y darle las gracias tras las victorias.

El tercer imperativo es el de la “sanción”. Es tan importante como los anteriores, pero debería permanecer la mayor parte sin usar, estando implícito.Es un elemento que está disponible solo para casos extremos y cuando se hubieran agotado todos los recursos para rescatar a un colaborador o funcionario.

El cuarto imperativo de la “acción”. Hay que ejecutar, movilizarse frente al objetivo planteado, hacer todos los esfuerzos por perseguirlo y alcanzarlo.Todo lo anterior es un pre requisito para concentrarse en hacer y cambiar el paradigma.

El quinto imperativo es el del “ejemplo”. Estar presente, vivir con las tropas cada momento y mantenerse fiel a sus principios, es una muestra real de las convicciones del comandante.Creer en la fuerza del ejemplo, como fuente de inspiración y estrategia de consolidación de su equipo.

Como verán, la tarea ciclópea que como responsabilidad le toca a quien deba dirigir la nación, es mayúscula porque, teniendo en cuenta estas urgentes y determinantes acciones, es mucho lo que esperan los ciudadanos del ungido por la voluntad popular.

A Luis le toca ganarse cada día su legitimidad, auspiciando consensos y gobernando para todos, sin olvidarse, claro está, de los suyos;construir la gobernabilidad sobre la base de escuchar a todos los sectores y respetando siempre los derechos ajenos.En con intención prescriptiva que debe hablarle Abinader a su pueblo, con la verdad y la realidad que como país tenemos, haciendo conciencia de las limitaciones que sufrimos, para que la población entienda a qué nos atenemos. Resulta fundamental comprometer a sus funcionarios a que abran las puertas a la gente, para que, involucrándose en los problemas de la ciudadanía, comiencen dentro de lo posible a resolverlos, inspirando humildad y accesibilidad.

Corresponde a la “sanción” el temor que deben tener todos los funcionarios a ser sustituidos si contravienen la línea de trabajo y compromiso presidencial con los ciudadanos. Las agendas particulares no tienen cabida en estos momentos. Es necesario imponer una sola línea de acción y de mando, lo que resulta imprescindible sobre todo ante las graves secuelas que nos dejará la pandemia.

Es necesario que el presidente identifique a los pragmáticos, a los operadores y resolutos, porque la mayoría de los proyectos de gobierno no se ejecutan por el burocratismo oficial y porque los funcionarios, cuando se instalan en sus oficinas, no quieren salir de su zona de confort. Es fundamental que ellos son quienes convierten en realidades los planes de gobierno. Por eso hay que darles responsabilidades de mando, para que los compromisos presidenciales se hagan realidad y no se queden en simples enunciados.

Es en el ejemplo donde el presidente Abinader saca ahora sus mejores notas, porque ha convencido a la mayor parte de la población de sus buenas intenciones, de su capacidad de trabajo y de su correcto proceder. Por eso mantiene buenos números en las encuestas de medición sobre su persona. No obstante, aún le queda una tarea inconclusa y es la de inculcar en sus colaboradores igual compromiso. Para eso necesita unificar ideales, propuestas y consignas para demostrar que su proverbial modestia no es una pose, que todos deben asumirla si quieren ganarse el cariño y el respeto del pueblo.

Nuestro comandante debe saber que la actual crisis no está para demagogias baratas,sino para acciones responsables y verdades;que nuestra población debe escuchar del primero entre sus iguales, lo que se pueda realmente hacer, y eso que se diga y que se haga, lo que no que se posponga para cuando las realidades económicas lo permitan.

El criticismo es la moda del momento, impuesto por unas redes sociales que no le da tiempo ni tregua a los gobernantes para que se vean los resultados de sus decisiones, porque todo se quiere para ya y eso es materialmente imposible.

Hoy el Presidente siente la diferencia entre ser opositor y tener sobre sus hombros “el peso del mando”, que lo hace receptor de valoraciones injustas y de críticas malsanas.

Al presidente Luis Abinader hay que apoyarle para que haga un gobierno eficiente, para que nos saque de esta “coronacrisis” en la que nos encontramos. Los que fuimos aliados electorales del PRM, entendiendo su situación y haciendo críticas atenuadas para no afectar su imagen y gestión. Para los que hoy están en la oposición, les toca hacerla de manera constructiva o pro-positiva, porque sería más que irresponsable una actitud anárquica e irreflexiva en estos tiempos, como veo a algunos, interesados en encender la tea de la discordia. 

Solo los que no quieren a su patria quieren el fracaso de la actual gestión, porque el que así lo pretenda solo busca diezmar el futuro del país, porque de esta crisis en que nos ha metido la pandemia solo es posible salir en unidad de propósitos, no hay espacio para la politiquería barata.

Para ello nuestro Comandante en Jefe tiene que actuar con pies de plomo y con la autoridad de decir las cosas por su nombre, dándole cumplimiento a su palabra, porque la Presidencia es un símbolo más que un cargo que tiene una persona. Le toca a él, a mi amigo el Presidente Luis Abinader, actuar con sentido de justicia, sensibilidad y razonabilidad tan necesario para el que tiene bajo sus hombros “el peso del mando”, que es a quien le toca ganarse el respeto del pueblo. Rememoro una frase del líder panameño General Omar Torrijos, donde expresa lo que todo comandante debe evitar para bien dirigir: “Si el que manda pierde la razón, el que obedece pierde el respeto”.

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