WASHINGTON .- El juicio político al presidente Donald Trump se encuentra este jueves en su último día de preguntas y respuestas, antes de una crucial votación sobre si mandar llamar o no a testigos, pese a que la atención se centró en una polémica defensa de un abogado de Trump y en el intento de un senador republicano de poner en evidencia al informante que generó la investigación para el juicio político.
La votación sobre los testigos, prevista para el viernes, podría llevar a un abrupto final del juicio con la esperada absolución. O, lo que es menos probable, podría causar semanas de más discusiones dado que los demócratas presionan por escuchar el testimonio del exasesor de seguridad nacional John Bolton y otros.
El líder de la mayoría en el Senado, Mitch McConnell, abrió la sesión del jueves anticipando un intento del senador Rand Paul de Kentucky de revelar el nombre del aún anónimo informante en el juicio público. McConnell exhortó a sus colegas a guardar la cordura.
Pero fue inútil.
Paul rápidamente planteó una de las primeras preguntas del día, causando una larga pausa en la cámara mientras el presidente de la Corte Suprema, John Roberts, revisaba el alegato.
“El funcionario que preside se niega a leer la pregunta tal como fue presentada”, dijo Roberts.
El presidente de la Corte Suprema, que asume el papel inusual de sortear las preguntas durante el juicio político, había comunicado a través de su personal a la oficina de McConnell que no deseaba leer en voz alta el nombre del informante, de acuerdo con un republicano que pidió el anonimato al no estar autorizado para discutir la conversación privada.
Los senadores pasaran unas ocho horas atendiendo preguntas finales.
En un tuit, Alan Dershowitz, uno de los abogados de Donald Trump, se quejó sobre la forma en que fue descrito su testimonio del miércoles por la noche de que un presidente, si cree que su reelección conviene al “interés nacional”, es prácticamente inmune a un juicio político por acciones que respaldan esa idea.
Ese argumento del exprofesor de Derecho de Harvard hizo que incluso algunos de los principales aliados de Trump guardaran distancias.
“Ellos describieron mi argumento como si yo hubiera dicho que si un presidente cree que su reelección es por el bien de la nación puede hacer lo que quiera”, dijo el profesor jubilado el jueves. “No dije nada por el estilo, como puede afirmar cualquiera que me haya escuchado”.
Al ser cuestionado al respecto en una de las primeras preguntas de la sesión del jueves, el congresista Adam Schiff, el principal fiscal demócrata de la Cámara de Representantes, dijo: ‘¿No hemos aprendido nada en el último medio siglo?”
Schiff recurrió a las lecciones de la era del presidente Richard Nixon al advertir sobre una “normalización de la ilegalidad” en la presidencia de Trump.
“Ese argumento _si el presidente dice que no puede ser ilegal_ fracasó cuando Richard Nixon fue obligado a renunciar’, dijo Schiff a los senadores. “Pero ese argumento podría tener éxito aquí y ahora”.
Dershowitz testificó ante el Senado el miércoles por la noche que la acusación de “quid pro quo” _que constituye el meollo del juicio político a Trump sobre brindar ayuda militar a cambio de favores políticos_ no constituye un fundamento para la destitución, aunque pudiera demostrarse.
“Todo funcionario público que conozco cree que su elección conviene al interés público”, dijo el miércoles. “Y si un presidente hace algo que cree lo ayudará a ser elegido por el bien público, eso no puede ser la clase de quid pro quo que conduzca a un juicio político”.
Ese argumento marcó un viraje abrupto con respecto a la afirmación de Trump de que sus tratos con Ucrania fueron “perfectos”.
Una republicana clave, la senadora Susan Collins de Maine, se limitó a decir que “ayer fue muy interesante. Eso es todo lo que diré’